La Generación Z
desarrolló su sistema de valores en la época de la abundancia y el «boom» de
las nuevas tecnologías. Los nacidos entre 1994 y 2003 se criaron con una enorme
generosidad económica y transigencia social que determinó su carácter
individualista, impaciente y hedonista. La crisis les obliga ahora a un cambio
de paradigma hacia la restricción y el esfuerzo. Un choque que puede resultar
frustrante o enriquecedor.
El periodo de edad entre
los ocho y los 12 años es decisivo para formar la conciencia social, cómo se
relaciona uno con los demás. Los Z son sobre todo hijos de las nuevas
tecnologías y de la cultura de lo inmediato. «Todo es muy rápido, breve y
gratificante», explica Maite Palomo, profesora de Recursos Humanos del ESIC.
«Tienen poca tolerancia a las frustraciones. Y por lo general están muy
consentidos».
El cambio de paradigma
económico supone un reto para los hoy adolescentes, criados en una abundancia
cada vez más lejana. «Buscan el bienestar personal a costa de todo. Les costará
cambiar sus valores de todo es gratis, todo es fácil, todos tienen derecho a
todo solo por haber nacido», apunta Juan Díez Nicolás, catedrático de
Sociología de laUniversidad Complutense de Madrid. «Habrá una vuelta a los
valores del esfuerzo», opina la profesora Palomo. «Unos aprenderán a que no
todo es inmediato y gratificante. Y otros sufrirán frustración».
Diferencias dentro de la
generación
Los expertos incluso
advierten ya una tendencia de diferenciación entre los más mayores y los más
pequeños dentro de la generación. No es un conjunto homogéneo. «Los mayores
conocieron más la época de la abundancia. Les cuesta más las restricciones. Los
de diez años para abajo se están socializando en una época de estrecheces y de
vuelta al esfuerzo. Le ocurre a la sociedad en su conjunto, pero es más acusado
en los que están creando su sistema de valores», expone el catedrático de
Sociología.
La crisis económica se
agudiza; sin embargo, también aumenta el factor tecnológico, tan determinante
en el carácter de los hoy adolescentes. El psicólogo social Luis Muiño
considera que, a pesar de la influencia de la crisis, la Generación Z no tiene
porqué cambiar puesto que su origen principal son las nuevas tecnologías, un
elemento en expansión. Internet ha configurado una generación creativa,
generadora de contenidos y colaborativa; pero también, según apunta la
profesora Palomo, una generación poco crítica porque se conforma con la
solución más rápida y cómoda. Y, sobre todo, una generación individualista.
«No son menos sociables,
sino sociables con quien les interesa»
«Las nuevas tecnologías
contribuyen a fomentar los valores individualistas», explica Muiño. El
individualismo de los Z no significa necesariamente aislamiento social. Eligen
a las personas en función de afinidades, frente a las sociedades colectivistas,
donde la elección es por proximidad espacial. «No son menos sociables, sino
sociables con quien les interesa», matiza el psicólogo social. «El resultado es
parecido: misma cantidad de amistades y un grupo social parecido».
«Son sociables, pero
tienen poca inteligencia social. Son poco empáticos», destaca la profesora
Palomo. «Están menos adaptados a las situaciones sociales para relacionarse
personalmente con otros. Y se resentirán cuando accedan al mundo laboral».
Sin tantas diferencias
Entre las infinidad de
voces de la Generación Z está Alejandro, de 17 años. Él quita dramatismo a la
situación porque no considera a su generación más aislada que la anterior:
«Antes estaban los que se pasaban todo el día con los videojuegos o con la
tele. Y eso sí que era peor, porque estaban solos del todo. No como con
internet, que estás con gente pero a distancia. Además, la mayoría son gente
que conoces de la vida real».
Clara, de 16 años, se
niega a ser empaquetada en ninguna generación. «Cada uno es diferente. Hay
gente tímida y hay gente más abierta. Hay gente que se pasa todo el tiempo en
internet y hay gente que no le hace ni caso. Hay gente con muchos amigos y
otros que van por libre. Hay gente trabajadora y otros son unos vagos. Hay
gente buena y gente mala. Hay gente obediente y otros que no hacen caso ni sus
padres».
Autoridad
Los expertos no apuntan
a una cuestión de rebeldía contra la autoridad. No, al menos, diferente a la
habitual de la juventud. No hay divergencias en el respeto al orden entre las
generaciones Z y su predecesora, la Y, los nacidos en los ochenta y principios
de los noventa. Ninguna de las dos respeta a la autoridad por el hecho de
ostentar un cargo, sino que la otorgan en función del liderazgo, incluido en el
entorno familiar.
«Muchos son ya mayores y
es más difícil cambiarles»
Matías cumple la doble
faceta de padre de tres adolescentes y profesor de educación secundaria. Brega
todos los días con jóvenes «cada vez más consentidos». «Muchos padres no pueden
dar ya todos los caprichos. Pero muchos chicos los exigen porque ven que sus
compañeros sí los tienen. Ahora es una buena oportunidad para educar en el
valor del esfuerzo y la moderación. Ya muchos padres no piensan en “voy a darle
todo lo que yo no he tenido”, sino en evitar ser tan permisivos. El problema es
que muchos de estos chicos son ya mayores y es más difícil cambiarles».
Los expertos no
consideran que exista un rechazo instrínseco a los valores de las generaciones
anteriores. «La Generación Z entiende que los demás hacen las cosas de otra
manera», apunta el psicólogo social Muiño. Criados en un entorno de enorme
transigencia, los adolescentes de hoy son básicamente tolerantes. Esa
tolerancia, unida al individualismo, tiene una contrapartida política. «No se
definen en función de nada. Solo en ser fiel a uno mismo. Es un ser menos
político por su menor preocupación por lo colectivo. Sin embargo, habría que
ver si no es efectivo. Cambiar uno mismo para cambiar la sociedad».
¿Qué mal está (siempre)
la juventud?
La visión pesimista
sobre la juventud no es nueva. Al psicólogo social Luis Muiño le gusta recordar
una tablilla babilónica, con más de 3.000 años de antigüedad, que dice: «La
juventud de hoy está corrompida hasta el corazón, es mala, atea y perezosa.
Jamás será lo que la juventud ha de ser, ni será capaz de preservar nuestra
cultura». Muiño explica la percepción crítica sobre la juventud por la
tendencia del ser humano a destacar lo negativo. «La Generación Z construirá un
mundo bueno aunque sus mayores los vean como un desastre»
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